lunes, 8 de noviembre de 2010

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Definitivamente, una de las sensaciones más hermosas de la vida es despertarse con el cuerpo entumecido, el estómago con una daga perforando por dentro y con recuerdos de luces difusas y caras que aparecen y desaparecen en la oscuridad. Blanco, y negro, te veo, ya no te veo más. Los ojos que arden por el humo de quién-sabe-cuáles sustancias, las pestañas que pesan y los labios que intentan recordar. Ese pajarito que zumba en mi oreja de manera constante, y no me deja dormir, pero... si yo tampoco tengo deseo alguno de dormir!


Tengo un buen humor desesperante, rebosante, se me acalambraron los cachetes por la sonrisa constante, me duelen las mandíbulas de contener el buen humor cuando tengo que dormir. De por sí, las tres etapas de mi humor son desesperantes. Bueno, neutral, malo. Los tres rebosan la emoción, me resulta imposible contenerlos, se me escapan por los poros. Y no, no es bueno, me resulta difícil incluso soportarme yo sola, no me imagino lo que será para los de afuera. But you know I always say; if you can't handle me at my worst, you don't deserve me at my best ;D

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